Este sábado una mirada serena y entrañable despertó en mí la curiosidad de conocer a la persona que veía el mundo a través de ella. Y fue fascinante conocer algo de la guisandera que ganó este año el premio a la mejor fabada asturiana 2013 peleada en Villaviciosa.
Su Llar se encuentra en Candamo, a 20” desde Oviedo por una buena carretera que hace cercano el poder disfrutar de gastronomía que huele, sabe y siente a la mejor cocina tradicional.
Dotar a la vida de relevancia y sentido es un viaje por un sendero que no todos encuentran. Viri lo encontró desde siempre, desde el momento que con 4 años aprendió a cocinar mollejas en su cacerolilla de reyes. Pude imaginar de la alegría de tu voz como ese día disfrutaste con pasión de cada parte de la receta que estabas aprendiendo, la misma pasión que pude ver al aconsejarnos en nuestra cena, al jugar a la hora de tomarnos nota, al hablar de tus experiencias en la cocina y de este mundo que sientes como tuyo que es la hostelería.
La gratitud Viri la demuestra empatizando, en su saber estar, saber escuchar, saber sentir la necesidad del cliente a quien trata como a una persona, a quien ayuda como a un hijo. Siendo feliz en la simple relación, con cada detalle, haciendo del momento consciencia y apertura donde en estado de fluidez haces apreciar y disfrutar de un momento de paz.
Es talento, es sensibilidad, y son muchos años poniendo al servicio de los demás sus agudizados sentidos para dar una excelente relación calidad-precio.
Junto con un aprendizaje continuo e innovación Viri es una guisandera en constante renovación que cree y crece en movimientos como Slow Food en Asturias comprometiéndose a cocinar con productos que cultiven agricultores de la zona, manjares naturales que rememoran sabores ancestrales ayudando a perpetuar su memoria, o el Club de Guisanderas que dan a conocer y transcienden la cocina asturiana ayudando a otros en este sendero, algo que a Viri llena de orgullo.
De la velada en el Llar me quedo con tres sensaciones sobre tu ser; sentido, sensibilidad y consciencia. Sentidos que te hacen distinguir el punto de sal solo con oler el picadillo. Sensibilidad para emocionarte en el momento de recibir el premio, disfrutarlo, sintiendo el reconocimiento de tantos años de lucha, paz y serenidad al haberlo logrado. Consciencia de la responsabilidad que otorga el premio, con la voluntad y fortaleza de querer hacerlo.
Os invito a que os acerquéis hasta Candamo para poder disfrutar de algo de picar o de cuchara, o con alguno de sus platos como dice Viri, “para completar”, tanto de mar, monte o de raza asturiana…. como colofón…. es irresistible mencionar el postre del Llar con sorpresa innovadora incluida…. y acompañando al café unas VIRILLETAS!.
Gracias por la atención, por compartir, por la experiencia.
Ana M Celada
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